07 enero 2022

En un rincón escondido 


    Llegó el año siguiente y ya pasó en el que me prometí que no te pensaría. Lo he prometido otra vez para este año y he vuelto a incumplir mi promesa. 

Te Quiero. 

Pero sólo te quiero con la parte que conozco de ti. No quiero conocer más, ni saber cuales son tus sueños o preocupaciones. Me encanta recordar tu risa desenfadada y tu forma de mirarme.

 ¡Cuánto amor cabía ahí dentro!  


Ni una llamada, ni mensajes de buenas noches, no teníamos planes juntos ni la intención de hacerlos. Sólo había cabida para el amor de verdad. Solos tu y yo, no había nadie más.

 La Noche fue nuestra, en cada visita, en cada estación, solo nuestra. Fui feliz y juraría que tu también lo fuiste pero te marchaste para no volver.  Los dos lo sabíamos y lo aceptamos. Sin llamadas ni despedidas. Nos alejamos cada uno en su mar, el mío en calma, dejando atrás una tormenta de sentimientos difícil de disipar. 
Sólo me queda aquel presente pasado que fue nuestro nada más, el recuerdo de quien me quisiste mostrar, ese YO que nunca mostré a nadie más, nació contigo y allí mismo murió. A veces y solo en sueños te vuelvo a ver, y grito tu nombre, uno de los tantos que tenías. Siento el calor de tus manos sobre mi cuerpo de nuevo y sólo entonces vuelvo a ser yo. 

  Despierto y regreso a este mundo que    me he inventado, donde finjo ser feliz,     donde cada día me pongo una máscara distinta y no me permito llorar. Un mundo lleno de hienas hambrientas de vidas ajenas, de lobas que, lejos de velar por su manada, rondan manadas ajenas en busca de un aliciente para sus vidas. Un mundo podrido que se viste de Gala sólo por el aplauso de manos llenas y corazones vacíos.