25 abril 2022

EL REGALO

 Cuando pronunció la penúltima palabra de su pequeño discurso me quedé mirando su boca, entreabierta dejaba entrar y salir un pequeño hilo de aire, la última palabra que nunca pronunció se quedó ahí, entre sus labios y su lengua. Cerró sus ojos un instante e inspiró profundamente. 
Me sentí libre, tenía ganas de gritar, reír e incluso abrazarlo pero reprimí mis ganas de ser libre para más tarde. Comencé a llorar, tuve que hacer un esfuerzo para que pareciera real, golpeé la mesa con rabia incluso estiré la pierna dando una patada a la silla que tenía más cerca. Sabía que ya era definitivo, que jamás volvería a escuchar toda aquella bazofia que salía por su boca intentando hundirme como persona. 
Me arrodillé delante de el, le agarré las manos haciéndole creer que lo necesitaba en mi vida, lo miré y vi su cara de triunfo, el muy cretino de verdad creía que no viviría sin él. Soltó mis manos con esfuerzo lanzándome por última vez al suelo, como otras tantas veces ya había hecho. Cogió las llaves del coche, agarró el pomo de la puerta y me lanzó una última mirada, disfruté de aquella imagen, sonrió al verme allí tirada. 


Con el último portazo llegó mi libertad, aún tirada en el suelo sonreí. El pobre infeliz se fue victorioso dejándome el mejor regalo de mi vida.

 Su ausencia.